La crisis de Honduras ha arrojado algunas lecciones importantes en política internacional y derecho constitucional. Pero es en la diplomacia donde encontramos un verdadero filón.
El carácter insólito de algunos hechos nos va dejando atónitos o cuando menos perplejos.
Entre las lecciones de derecho constitucional encontramos una tesis novedosa, que tiene como fundamento el uso de un principio del derecho penal, el de la legítima defensa, aplicado inteligentemente como derecho a la defensa de la constitución, cuando ésta se ve amenazada por el propio jefe del estado, y en cuyo ejercicio intervienen los otros poderes del estado y algunas de sus más importantes instituciones.
En efecto en Honduras, la ágil y rápida acción del poder legislativo y del poder judicial impidieron que Manuel Zelaya se saliera con la suya, violando la Constitución de Honduras.
También actuaron otras instituciones como las Fuerzas Armadas o la Iglesia, para dar un verdadero ejemplo al mundo entero, gracias al cual Honduras mantiene vigente su democracia y estado de derecho.
Entre los dislates diplomáticos, encontramos la serie de actuaciones cometidas por organizaciones internacionales como la ONU y la OEA, así como por algunos países europeos, con la España de Zapatero como punta de lanza.
Un presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D´ Escoto, montado en un avión de la Fuerza Aérea de Venezuela para acompañar a un Zelaya que pretendía reinstalarse en el poder, no es algo que se ve todos los días.
Ver al Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza condenando a Honduras y ordenando su expulsión de la organización sin siquiera oír sus argumentos, tampoco es un plato despreciable.
Lo de Venezuela y Argentina, países que no reconocen el régimen de Micheletti, y que, como en el caso del último, han expulsado a su embajadora, que se empeñen en mantener a sus diplomáticos en Honduras y no atiendan la orden de salida del país dada por la cancillería hondureña, pasará a la historia más histriónica de la diplomacia.
Pero el colmo de los disparates y auténtica novedad en los anales del llamado “ejército blanco” ha sido la retirada del embajador de Honduras en España.
El actual gobierno español, sometido por razones económicas y algunas ideológicas, a los caprichos de Hugo Chávez, atendió la orden que en tal sentido dio el desplazado Zelaya, quien por no tener no tiene ni residencia fija, a menos que entendamos que el avión de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en que se traslada sea un domicilio válido.
Lo insólito es que el Ministerio de Asuntos Exteriores español, con Moratinos a la cabeza, cumplió una orden dada por Zelaya, un ex presidente que pretendió dar un golpe de estado constitucional, en su condición de “paria itinerante”, emitida desde algún bar o restaurante en uno de los países visitados por él recientemente, que hizo del conocimiento del MAE español, que la ejecutó, y que a su vez informó a la OEA (?)
Creo que desde la época en que Iván de Vargas luchaba contra los árabes para reconquistar “Medina Mayrit” no se había visto algo igual.
Será esta la Diplomacia del Siglo XXI que ha impuesto Hugo Chávez a sus aliados? Desde luego es curiosa y singular.
Francisco de Vitoria, Hugo Grocio y todos los padres del Ius Gentium deben estar revolcándose en sus tumbas.
Williams Cárdenas Rubio