domingo, 24 de enero de 2010

CHÁVEZ, TÁS PONCHAO!


Esta ha sido la consigna con la que los venezolanos han salido a la calle para protestar contra el gobierno del tirano, que tiene en la ruina al país petrolero, con su Socialismo del Siglo XXI.

La expresión fue utilizada hace una semana por un grupo de estudiantes en un stadium de baseball, y está referida a una parte del juego en la que los reiterados fallos de un jugador lo colocan fuera de acción.

La respuesta de Chávez fue de perseguir, golpear y detener a esos estudiantes. Lo hizo a través de sus esbirros. Pero lo que no se imaginó nunca es que ayer, centenares de miles de ciudadanos se echaran a la calle, con esa misma consigna, para decirle: Chávez ya basta, Tás ponchao!

La decisión de los venezolanos al salir a la calle a manifestar no es un acto cualquiera. Todo lo contrario. Allí se juegan la vida cada vez que salen a protestar, porque han sido muchas las veces en las que el dictador ha enviado a sus sicarios a disparar contra los manifestantes.

Sin embargo, el pasado sábado, los venezolanos, muchos de ellos de esas clases medias tan golpeadas y perseguidas por Chávez y su banda de delincuentes, no dudaron en salir a protestar contra la inseguridad, la escasez de alimentos, la falta de agua, de luz, la inflación y el aumento de precio al doble de los productos de primera necesidad.

Fue ejemplar su demostración, por el acto de valentía que entraña en si misma, pero también por la manera cívica y ciudadana como se desarrolló la manifestación.

Chávez, impotente ante el hecho de que los altos mandos no le iban a acompañar en una aventura criminal de atacar a los manifestantes, tuvo que convocar una contra manifestación, única manera de evitar quedarse aislado y en evidencia, a sabiendas de que los soldados venezolanos ya han recibido el mensaje, no van a disparar contra su propio pueblo y no le acompañarán en su caída.

En la noche, Chávez arremetió de nuevo contra Radio Caracas TV Internacional, uno de los dos canales de TV que emiten como portavoces independientes, cancelando su señal, en un nuevo atropello a la libertad de expresión.

Chávez ha entrado “en barrena”, va directo a la catástrofe y debemos tener conciencia de que un desenlace se va a producir de un momento a otro, para entender mejor lo que allí ocurra.

Las Clases Medias venezolanas han contado en esta oportunidad con un altavoz único: La página web de la Plataforma de las Clases Medias en España. A ella agradecemos haber mantenido informadas minuto a minuto a las redes de venezolanos dentro y fuera del país al tanto sobre lo que aconteció el pasado 23 de enero.

Gracias, millones de gracias, por haber permitido que el mundo conozca el valor y la decisión de esa sociedad civil venezolana que lucha por romper las cadenas de la tiranía de Hugo Chávez.

La lucha continúa.

Williams Cárdenas Rubio-Vargas
24-01-2009

miércoles, 20 de enero de 2010

GANÓ CHILE


Sebastián Piñera, con el logo de la Coalición para el Cambio

El triunfo del derechista Sebastián Piñera ha sido la victoria de la democracia del pueblo chileno, que de esta manera se aparta radicalmente de la deriva comunista totalitaria que se extiende por Latinoamérica. A menos de 24 horas de haber logrado el triunfo, Piñera ya formulaba críticas a Chávez diciendo que en Venezuela no hay democracia.

Sebastián Piñera es un hombre de 60 años de edad, formado en Harvard y con una trayectoria como empresario plena de aciertos, lo que le ha permitido amasar una fortuna que según Forbes es superior al 1000 millones de $.

Había perdido en 2005 con la señora Bachelet, pero en esta oportunidad lidero una Coalición para el Cambio, que lo llevó a la victoria ajustada con un 51,6 % de los votos, contra el 48,3 de su mas cercano rival, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo del homónimo fallecido ex presidente de Chile.

Han sido mas de 20 años de gobiernos de izquierda, que hoy se rompen por la llegada al Palacio de la Moneda de este empresario, que es asesorado por equipos formados en las mejores universidades del mundo, pero de quien se dice, siempre tiene la última palabra.

Los chilenos le cobraron a la Bachelet su ambigua posición frente a la aventura comunista de Chávez, a quien en los últimos tiempos acompañó en el ataque desmedido contra la democracia hondureña, para tratar de imponer la vuelta de Mel Zelaya. En este frustrado intento jugo un papel importante el Secretario General de la OEA, José Manuel Insulza, también chileno.

La América que cree en la democracia y la libertad celebra la llegada de Piñera al poder en Chile, pues de alguna manera se rompe la hegemonía que había logrado Chávez en el Cono Sur, apuntalado fundamentalmente por la Kirchner en Argentina.

Este triunfo, unido a la toma de posesión el 27 de este mes, del Presidente electo de Honduras, Sr. Porfirio Lobo, constituye un duro revés para el Presidente venezolano en su afán de conquistar toda la región para el castro comunismo.

Se va recomponiendo y equilibrando el mapa geopolítico de Latinoamérica, donde Colombia, México, Perú, Honduras, Panamá y Chile, escapan de las garras de las tiranías de la izquierda chavista.

Williams Cárdenas Rubio-Vargas
20-01-2010

HAITÍ Y VENEZUELA


Qué ironías tiene la vida. Hugo Chávez, el presidente venezolano, se ha atrevido a decir que si viviera en Haití, la oposición lo habría culpado a él del terremoto. Ni siquiera ha respetado que los miles de cadáveres de los haitianos estaban aún calientes. Esto obliga a dar respuesta al cínico tirano.

Hoy estos dos países, Haití y Venezuela, atraviesan por simultáneas tragedias, una causada por la naturaleza, y la otra por el hombre. El primero es uno de los países más pobres de América. El otro era hasta hace unos pocos años, uno de los países más ricos de la región.

En efecto, este paralelismo dramático nos hace pensar en ese humilde y pobre pueblo haitiano, hoy viviendo una auténtica desgracia natural producida por un terremoto de más de 7º en la escala de Ritcher. A estas horas del miércoles, una semana después de la tragedia se desconoce el número de muertos y heridos, pero por las imágenes que nos llegan a través de las televisoras, el daño es gravísimo, como profundo el dolor de ese pueblo castigado por las fuerzas naturales.

En el mismo mar Caribe, unos cuántos kilómetros más al sur, otro pueblo, el venezolano, sufre la desgracia de haber llevado al poder a un militar golpista y corrupto, Hugo Chávez, que inspirado en el social comunismo cubano, ha lanzado a nuestro país, al precipicio de la miseria mas absoluta, con niveles de pobreza que aumentan día a día, sin luz, sin agua, sin alimentos de la dieta básica que escasean un día si y el otro también, y con unos niveles de inseguridad ciudadana que arrojan cifras de espanto. El año 2009 se produjeron más de 15.000 homicidios en Venezuela.

Chávez continúa su trabajo devastador, al igual que el terremoto de Haití, no deja piedra sobre piedra. Ha expropiado a los industriales, quebrado a los empresarios, auyentado a los inversores, invadido fincas, perseguido y metido en la cárcel a los opositores. Ha violado los derechos humanos de miles y todo aderezado con un discurso de reivindicación social y lucha contra el capitalismo, mientras él y los suyos se han enriquecido de manera grosera con la corrupción y a costas de las arcas públicas.

Son dos desgracias que se están viviendo en paralelo. Chávez aprovechará lo del terremoto de Haití, enviando ayuda humanitaria, para aparecer ante los ojos del mundo como un luchador solidario.

Entre tanto sus fuerzas armadas persiguen a quienes en Caracas y otras ciudades del país, no han tenido otro camino que aumentar el precio de los productos ante la bestial devaluación del 100% de la moneda nacional.

Así también engaña a los suyos, apareciendo como un defensor de los pobres, cuando él es quien ha generado toda la desgracia que hoy sufre la población venezolana.

En su paso destructor ha logrado quebrar a PDVSA, la empresa estatal petrolera. Por eso tuvo que devaluar, porque esta era la única manera de obtener los recursos que necesita para continuar con su loca carrera hacia el comunismo a la caribeña.

Al final el resultado es dramático para los dos pueblos. Para Haití, enfrentarse a esa dura realidad de la pérdida de decenas de miles de seres humanos, familiares, amigos, vecinos, creyendo que todo es una pesadilla, pues no era posible pensar que se podía esta peor.

En Venezuela, la dramática realidad de haber apostado por un caudillo, que en 10 años ha acabado con toda la riqueza de un país que hace unos años fue el ejemplo de democracia y libertad para muchos otros pueblos, y que hoy está en las garras de un tirano destructor.

Ambos, la naturaleza y el hombre, son brutales cuando se proponen destruir.

Williams Cárdenas Rubio-Vargas
13.01.2010

CHÁVEZ Y LA GASOLINA


A Chávez lo espera la gasolina. Pacientemente, en sus tanques de almacenamiento, ese líquido inflamable, el combustible favorito, terminará por incendiar la revolución bolivariana y el socialismo del Siglo XXI.

Chávez prefirió devaluar la moneda venezolana un 100%, que acudir al aumento de la gasolina, que en Venezuela tiene el precio mas barato del mundo. Hoy un litro de gasolina se compra con un centavo de euro.

Pero es que a la gasolina se le tiene pavor. Fue un aumento de la gasolina el que originó el estallido social llamado Caracazo, allá por el año 1989, en el que murieron miles de venezolanos y el país vivió en la anarquía mas absoluta por alrededor de 96 largas horas.

Ahora, liquidada PDVSA como fuente de recursos, a Chávez no le quedó otra vía para obtener dinero, que devaluar la moneda. Pero no fue una devaluación simple. Fue del 100% de su valor, lo que ha lanzado a los venezolanos por el barranco de la pobreza y la miseria.

Pero la revolución se devora todo lo que recibe sin producir absolutamente nada. A la gasolina le llegará su turno, con su aumento estaremos entonces en el umbral de la catástrofe para el gobierno chavista, pues se repetirá la historia de 1989, para mayor dolor de nuestro pueblo.

Luego habrá que recuperar a Venezuela desde sus cenizas, comenzando por el final, es decir recomponiendo primero el sistema político, para traer paz a la sociedad, luego enfrentando con valor y audacia su recuperación económica, para producir el bienestar que permita que las nuevas generaciones puedan tener futuro y esperanza.

Esto será definitivo si se aplica la justicia a todos aquellos que de alguna manera participaron en el festín de Chávez, corrompieron la República a extremos inimaginables, traicionaron a la patria y violaron los derechos humanos de muchos.

Sólo la justicia nos permitirá evitar que en años venideros se vuelva a repetir el llamado al “mesías”, que permitió instalar a Chávez en el poder.


Williams Cárdenas Rubio-Vargas
19-01-10

jueves, 14 de enero de 2010

VENEZUELA FRENTE AL ABISMO


Las dudas acerca de lo que estaba ocurriendo económicamente en Venezuela se han despejado. Ha quedado claro que el llamado “Socialismo del Siglo XXI” no era más que una truculenta farsa que se había inventado Hugo Chávez para enmascarar la más ineficaz, corrupta y absurda gestión pública de un estado petrolero.

El gasto desproporcionado e irracional tanto en su política exterior, exportando su “revolución” al resto de la región latinoamericana, como en la política doméstica, repartiendo migajas para comprar conciencias con las llamadas “misiones”, ha quebrado a la mismísima PDVSA, la petrolera estatal.

Chávez no ha tenido el más mínimo rubor al ordenar una devaluación del 100% de la moneda venezolana, que empobrece aún más, si cabe, la ya precaria situación de una población, que además está sometida a racionamientos insólitos de electricidad y agua, a la carestía de rubros alimenticios de primera necesidad, y a una inseguridad ciudadana que nos arroja cifras de mas de 15.000 homicidios durante el año 2009.

Los venezolanos, en su desesperación, se echaron a las calles el pasado sábado a tratar de adquirir algunos productos antes de la inevitable subida de los precios al doble de su actual valor, en un país donde prácticamente todo se importa. Las imágenes nos permitían ver a personas comprar televisores, neveras, lavadoras y equipos electrónicos, que además no van a poder usar, porque sencillamente no hay fluido eléctrico.

En tanto, el cínico gobernante, para aparentar estar a lado del pueblo, sacó el ejército a las calles con el pretexto de controlar a los especuladores. Lo cierto es que con ello estaba disuadiendo a la desesperada población venezolana para que no optara por el camino de la explosión social.

No obstante, el escenario es tan dramático, que nada está descartado en el país donde Chávez y un grupo de militares mantienen secuestrada a su población.

Se quebró el espejo de la revolución que había ofrecido villas y castillos a los más pobres, que hoy tras 11 años de gobierno de Chávez, se encuentran en situaciones de miseria, próximas a la inanición.

Otro tanto ha ocurrido con la clase media, cada vez más atacada y amenazada por las políticas comunistas del chavismo. A las ya conocidas invasiones y expropiaciones, que vulneran el derecho de propiedad, se suma esta decisión que elevará los precios de los bienes de consumo a niveles inalcanzables.

Finalmente, por si las empresas extranjeras que operan en Venezuela dudaban acerca de la inseguridad jurídica reinante en el país, hoy muchas de ellas se enfrentan a la triste realidad de ver mermados sus beneficios, pues el nuevo valor del dólar los reducirá en un 50%.

Hoy Venezuela, sin luz, sin agua, sin alimentos, sin seguridad, y con salarios reducidos a su mínima expresión, se encuentra al borde del abismo como sociedad y como estado. Sus habitantes, cada vez más pobres, han probado los sinsabores de haber creído en un falso mesías.

Williams Cárdenas Rubio
13.01.10

sábado, 2 de enero de 2010

HA MUERTO UN DEMÓCRATA

Mensaje póstumo del Presidente Rafael Caldera a los venezolanos
1

Al término de una extensa parábola vital, puedo decir que he sido un luchador. Desde mi primera juventud, cuando Venezuela salía de la larga dictadura de Juan Vicente Gómez, hasta comienzos del siglo xxi, mi meta ha sido la lucha por la justicia social y la libertad.

Dos veces me tocó servir al país como Presidente constitucional y las dos fue mi primer empeño el que en mis manos no se perdiera la República. El pasado autocrático del país, su propensión militarista, los extremismos de la izquierda y las desigualdades sociales heredadas conspiraban contra el fortalecimiento de la vida democrática iniciada en 1958.

Los líderes civiles luchamos durante largos años por construir en Venezuela una república democrática. Un país donde la presencia activa del pueblo en la decisión de los asuntos públicos se viera asegurada por la elevación de las condiciones de vida, el respeto a los derechos y la educación de los ciudadanos. Un país donde la firmeza de las instituciones acrecentara la separación de los poderes públicos y el imperio de la Constitución y las leyes.


2
Es necesario retomar hoy esa lucha para sacar a la República del triste estado en que la ha sumido una autocracia ineficiente. Es preciso detener el retroceso político que sufrimos y poner remedio a la disgregación social.

Me siento obligado a repetir algo que pude decir hace años. El reto —decía— que enfrenta Venezuela podría sintetizarse en los objetivos fundamentales a lograr:
La paz política y social, para superar la angustia y la zozobra y para encontrar convergencia fecunda a la pluralidad democrática.
La promoción del hombre, a través de la libertad, para realizar la justicia.
El desarrollo económico y social, para impulsar la marcha vigorosa del país y vencer la marginalidad.

Por eso este mensaje constituye una reafirmación de fe democrática.

Representa la vigencia de las ideas que alentaron el surgimiento de los partidos demócrata cristianos, ideas y principios que marcan un rumbo claro y justo.

De nuevo presenciamos cómo se combaten los extremos del liberalismo económico y el socialismo colectivista. Y de nuevo hemos constatado el fracaso de ambas posturas. Vemos el mundo sumido en una grave crisis económica, fruto de un capitalismo que quiso eludir toda forma de control. Vemos en la América Latina la propaganda de nuevas manifestaciones de socialismo, que sólo han traído dictadura y miseria allí donde han sido gobierno, como en la hermana nación cubana.

Encuentro, además, ahora una ocasión de esperanza. Esperanza apoyada en los ideales que nos alimentan y que toma cuerpo en la nueva juventud de la patria.


3
Ha sido larga la lucha por la libertad y la democracia. Esa lucha debe continuar. No cabe duda de que la democracia constituye la forma política más apta para garantizar y realizar la libertad. Pero aparte de su contenido sustancial, la democracia se reviste de formas, que aparecen como insustituibles, para expresar la voluntad del pueblo y permitir el libre juego de opiniones. El sufragio universal, la representación mediante el parlamento de la voluntad general, la existencia de partidos políticos, el régimen pluralista de corrientes y su expresión a través de los medios de comunicación social, viene a ser, si no la esencia misma, por lo menos la arquitectura para que la democracia se organice y funcione, el conjunto de medios prácticos para que opere un régimen político alimentado por la libertad.

Pensar que puede lograrse el desarrollo sin libertad, o a costa de la libertad, es olvidar que el desarrollo no tiene sentido si no es capaz de promover al hombre. Ni siquiera en su aspecto material es aceptable la posibilidad, porque un desarrollo material sin libertad sería incapaz de realizarse según un programa integrado, equilibrado y armónico, si a los puros objetivos materiales de aumentar la producción de bienes o transformar los sistemas productores, no los guían consideraciones de justicia, capaces de llevar su beneficio a todos los sectores y grupos de la sociedad.

Un gran aliento de libertad será el motor para la promoción del hombre. Creo en la libertad como la mejor condición de ascenso humano. No olvidemos las hermosas palabras de Albert Camus, testimonio de toda una generación: “La libertad es el camino y el único camino de la perfección. Sin libertad, se puede perfeccionar la industria pesada, pero no la justicia o la verdad”.


4
La democracia que hemos defendido es una democracia con sentido social. Una democracia donde se valore y se proteja el trabajo, pieza fundamental de la civilización.

Una sociedad democrática que enaltezca la familia, célula de la vida social. Por eso un gran empeño nuestro fue siempre la construcción de viviendas, a todo lo largo y ancho del territorio nacional, para dotar de hogares a tantas familias venezolanas que tenían derecho a aspirar a un futuro mejor.

Una sociedad volcada en la educación de las nuevas generaciones, no sólo para vencer el analfabetismo ancestral sino para desarrollar los niveles de educación superior que nuestro país requiere en el manejo de sus propios recursos. Si no somos capaces de formar, de capacitar, de darle sentido de seriedad, de trabajo, de responsabilidad y de técnica a las generaciones universitarias estaremos comprometiendo, irremediablemente, la verdadera soberanía nacional.

Hemos luchado también por la integración de nuestros países latinoamericanos, meta hacia la cual hemos procurado dar pasos firmes, a pesar de las dificultades antiguas y recientes.

Nuestra lucha ha sido siempre por la paz, convencidos de que ella es fruto de la justicia y el mayor bien que puede alcanzarse en la vida social.


5
Hoy tenemos que decir sin embargo que nuestro gran desafío sigue siendo el desarrollo de nuestros pueblos.

Un desarrollo sustentable, con atención a las condiciones y recursos del medio ambiente. Un verdadero desarrollo, fundado en las personas y respetuoso de su dignidad.

He sostenido al respecto que los cambios deben afectar a las estructuras sociales pero para renovar y fortalecer las instituciones. Las instituciones representan o deben representar lo permanente; no lo permanente inmutable ¾porque la inmutabilidad en los hechos humanos conduce al anquilosamiento y a la muerte¾ sino lo permanente dinámico, continuamente renovado. Las estructuras en cambio representan lo contingente, la disposición de los elementos dentro de la vida institucional y han de ser ajustadas y modificadas para que cumplan su función. Por eso hay cambio y hay revoluciones.

En América Latina se ha usado y abusado del término “revolución” hasta el punto de que los pueblos se van tornando escépticos ante su reiterada invocación. En esta nueva encrucijada decisiva hay que tener bien claro qué es lo que debemos cambiar y cuáles son las metas que tenemos que alcanzar. Destruir por destruir no vale.

La conciencia de la comunidad está predispuesta contra esos sacudimientos revolucionarios que, en definitiva, conducen a acentuar el atraso y que, a vuelta de diversas peripecias, llevan a aumentar la dependencia.

Las nuevas generaciones, por su parte, anhelan lanzarse a la conquista de la tecnología, al dominio efectivo de los recursos naturales, a la integración armónica que dé a nuestras naciones entidad suficiente para no estar sujetas al capricho de las grandes potencias. En suma, aspiran a una revolución tan diferente de las revoluciones tradicionales que envuelva, si se permite el juego de palabras, una concepción revolucionaria de la revolución.

El instinto certero de las masas desconfía de la revolución sin libertad, de la revolución que menosprecia la libertad, de la revolución que amenaza con extinguir la libertad. Porque la libertad, si no significa por sí misma la plenitud de la liberación, es el presupuesto de la liberación, es el instrumento para obtenerla.


6
Queremos la libertad para lograr la justicia y ejercer la solidaridad humana. Muchas veces he recordado que la Declaración de Filadelfia, en la Conferencia Internacional del Trabajo de 1944, en pleno conflicto mundial, dijo: así como la guerra, en cualquier parte, es una amenaza para la paz de todo el mundo, asimismo la miseria en cualquier país de la tierra es una amenaza ineludible para la prosperidad y el bienestar en todos los países.

En el programa del partido COPEI en 1948, reclamamos “la aplicación de los principios de la Justicia Social, que implican la defensa del más débil, en el campo de las relaciones económicas internacionales”.

Al transcurrir el tiempo, la meditación en el problema y el enfrentamiento de soluciones concretas me fue llevando más y más a una constante y decidida convicción en favor de la Justicia Social Internacional.

He señalado el hecho de que todos los esfuerzos por la justicia social dentro de cada país se estrellan ante las dificultades derivadas de la falta de justicia social en las relaciones internacionales. No se trata solamente de que se establezca un nuevo orden económico internacional; se trata de que ese nuevo orden arranque de la convicción de que todos los pueblos deben contribuir al bien común internacional mediante el cumplimiento de los deberes que la justicia social exige.

En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, el Romano Pontífice ha recordado al mundo que “la lucha contra la pobreza necesita hombres y mujeres que vivan en profundidad la fraternidad y sean capaces de acompañar a las personas, familias y comunidades en el camino de un auténtico desarrollo humano” (n. 13). “Por sí sola —añadía—, la globalización es incapaz de construir la paz, más aún, genera en muchos casos divisiones y conflictos. La globalización pone de manifiesto más bien una necesidad: la de estar orientada hacia un objetivo de profunda solidaridad, que tienda al bien de todos y cada uno. En este sentido, hay que verla como una ocasión propicia para realizar algo importante en la lucha contra la pobreza y poner a disposición de la justicia y la paz recursos hasta ahora impensables” (n. 14).


7
Necesitamos, para ello, un resurgimiento de los partidos políticos. A veces, el lenguaje contestatario de las estructuras políticas de la democracia formal se concentra en un ataque severo contra los partidos políticos. Se llega a oír la afirmación de que los partidos están llamados a desaparecer, para ser sustituidos por otras formas de organización social. Pero los partidos son necesarios como instituciones de formación y de expresión de los programas políticos, como vehículos para establecer en doble vía la comunicación entre pueblo y gobierno y entre gobierno y pueblo, como estructuras indispensables para llevar en la vasta extensión del país una aspiración armónica y establecer una coordinación jerárquica entre las diversas partes que concurren a la vida común.

Ningún otro tipo de asociación puede llenar este papel; y si se crea, con otro nombre, un organismo para sustituir al partido, pronto se verá ¾sea cual fuere el nombre que adopte¾ que en definitiva lo que ha surgido es un partido más: con frecuencia sin las virtudes, pero con los defectos que al partido se achacan.

Los propios regímenes políticos que niegan el pluralismo ideológico y establecen una organización estatal a base de una exclusiva concepción doctrinaria, no niegan la existencia del partido sino su multiplicidad, y caen en el sistema de partido único, oficial y totalitario.

No habrá sin embargo resurgir de los partidos sin una verdadera calidad humana de sus dirigentes.

Nuestros pueblos volverán a valorar las soluciones propuestas por la Democracia Cristiana en la medida en que la línea seguida por quienes la propugnan sea capaz de interpretar a la gente sencilla, hablar un lenguaje directo hacia su corazón e inspirarle confianza en su rectitud de intenciones, en su convicción sinceramente vivida de que hay que realizar la justicia y la solidaridad social.


8
Hemos de abrir caminos a la esperanza.

Tenemos una larga lucha por delante. La lucha es hermosa cuando la guía un ideal. Por eso la nuestra —que creemos en la persona humana, su libertad, la solidaridad y la justicia social— no aminora sino más bien alimenta la alegría, esa alegría interior que constituye la mayor fuerza para la constancia y predispone al éxito.

En mi larga vida de luchador, he tenido la oportunidad de ver altos y bajos en el camino de los pueblos de América Latina. Me llena de esperanza para el porvenir de nuestra nación la conciencia clara de que hay una nueva juventud que lucha por la libertad y quiere cambiar los actuales rumbos negativos.

Contamos con la ayuda divina, el don de la gracia, que viene de Dios, como recordaba el venerado Papa Juan Pablo II. Por medio de ella —nos dijo—, en colaboración con la libertad de los hombres, se alcanza la misteriosa presencia de Dios en la historia que es la Providencia (Centesimus annus, n. 59).

Al final, el tiempo de nuestra vida, intensamente vivido, también con el sufrimiento que marca el destino de todo hombre en esta tierra, está en manos de Dios. A su infinito amor y misericordia me confío.